MIEDO A LA GRATITUD




La gratitud es una de las fortalezas de carácter esenciales a nuestra felicidad.  Aquí trato de abordar algunas de esas razones por las cuales la evitamos.

Suelo cerrar mis talleres con la pregunta ¿Qué agradeces del taller hoy?, pero hace un par de semanas quedé sin palabras con una persona que al cierre dice bruscamente “No agradezco nada”.  Lo conversamos con la colega que me acompañó, analizamos nuestro desempeño y las conversaciones del taller, llegando a la (triste) conclusión que esta persona probablemente estaba en un lugar oscuro de su vida que quizá no le permitía acceder a la gratitud con facilidad.  Nos dimos cuenta que la habíamos notado distante y hosca en el taller, con un lenguaje corporal retraído, incluso con miedo.  Su comentario de cierre entonces era coherente.  Sin embargo, como jamás me había pasado algo así en toda mi carrera, esta sensación me la llevé un buen rato hasta que decidí analizar un poco más y escribir sobre ello.

La vida ajetreada que llevamos muchas veces nos impide apreciar lo que hay a nuestro alrededor.  Cuando habitamos este modo nos perdemos los tesoros más sutiles de la vida, la brisa fresca de un día precioso o la miríada de expresiones faciales de las personas en la calle, y tantas cosas más.  En esencia, nos perdemos la oportunidad de conectar con la humanidad, saborear nuestras vidas y enfocar en todo aquello por lo cual hay que agradecer y apreciar.

Sin embargo, y como la gran mayoría de las personas, se darán cuenta que poner el foco en aquello que tenemos que agradecer en nuestras vidas, puede generar una respuesta automática de miedo a perderlo.  De alguna manera, la gratitud nos obliga a practicar el reconciliarnos con nuestra mortalidad.  Es así como muchas personas llegan a consciente o inconscientemente evitar la práctica de la gratitud.  Escribo este post con la intención de recordarles a todos, que todos los miedos que pueden surgir gracias a la práctica de la gratitud, son sólo razones para cultivar y practicarla aún más.

Esa misma semana, otra experiencia me llevó a experimentar esta sensación.  Iba corriendo a hacer la fila del supermercado, atrasado camino a una sesión de coaching .  Vi una pareja de ancianos, ambos con andadores, que caminaban lentamente hacia la caja.  Deduje que llevaban una vida juntos, y me cautivó ver lo lindos que se veían.  Avanzaban a centímetros, mientras yo iba raudo a la fila.  Me empecé a detener, viéndolos a ellos lentos y yo frenético.  A medida que frenaba, me emocioné; preso de una suerte de oleada de gratitud, pensando “gracias universo por permitirme observar esta pareja en medio de la locura cotidiana”.  De repente empecé a sentir vergüenza de andar desconectado y apurado, simultáneamente con la gratitud de poder caminar sin dolor, sin andador, de correr si fuera necesario.  Agradecido porque mis piernas funcionan bien, de poder ir rápidamente si lo necesito; agradecido de ver ese amor que perduró en el tiempo y el esfuerzo de salir juntos y hacer cosas, a pesar de las dificultades.

Y aquí la esencia del asunto.  Luego de este encuentro, sentí como la paradoja visceral que menciono antes, el abrirse a, y sentir la gratitud nos hace más vulnerables y temerosos respecto a la posibilidad de perder lo que tengo.  Hay tanto de lo que agradezco que puede, y eventualmente va a desaparecer.  De hecho, es solo cuestión de tiempo.  Algún día seré yo con mi mujer caminando juntos con andadores. No cabe duda.

Muchas veces, enfrentarse a esta realidad puede ser demasiado espeluznante.  Dicho esto, hay esperanza: entender que podemos perder todo nos puede ayudar a valorizar aún más el aquí y el ahora.  Si toda fuente de gratitud trae con sí la escalofriante evocación de su futura desaparición, entonces ¿Por qué no conscientemente incorporar a nuestras vidas momentos dedicados a la gratitud?  ¿Por qué no saborear las cosas cuando las tenemos?  Ahí en la tienda, agradecí poder estar consciente de poder bajar las revoluciones, de sentir mi cuerpo, de observar el amor en otros.  Estar consciente de esta manera, no nos elimina los desafíos de abrirse a la gratitud, pero es significativamente mejor que no estar ni conscientes ni agradecidos.

Como seres humanos tenemos una tendencia bien arraigada a evitar el dolor y buscar el placer (o sentirnos bien).  Dado que el dolor es inevitable y el placer es por naturaleza temporal, muchas veces sufrimos tratando de aferrarnos a lo placentero y evitar el dolor.  Paradójicamente, en alguna situación donde no necesariamente tenemos que sentir dolor, muchas veces le añadimos sufrimiento, ya que estamos luchando contra él (inclusive muchas veces sufrimos más en la etapa de no querer sufrir que por el sufrimiento en sí.  Anticipamos un sufrimiento que no existe).  Cuando nos empeñamos en tratar de extender los momentos placenteros, nos decepcionamos aún más cuando estos inexorablemente se terminan.  Cuando trabajamos la gratitud, nos es posible ver este proceso con mayor claridad y podemos aprender a responder a esta trampa que nos pone nuestro cerebro.
“La gratitud es un sistema operativo, no una aplicación”, dice Robert Emmons.  No es un agregado a nuestra vida, es esencial a nuestra manera de ser, una orientación fundamental.  Tenemos que ser capaces de centrarnos ahí, y darnos cuenta que la gratitud no es la suma total de mi experiencia.  Lo que percibo como algo que me asusta y que puedo perder, puede tomarse también como un nuevo camino a explorar mi mundo.  Con un pequeño ajuste de perspectiva, la gratitud me puede ayudar a crear sentido.

Puede que practicar la gratitud se sienta más difícil, o quizás menos natural para alguno de nosotros.  La buena noticia es que todas las investigaciones relacionadas con la gratitud sugieren que la podemos entrenar – y esto es algo que todos si podemos agradecer.

Como dice Melody Beattie “La gratitud hace sentido de nuestro pasado, trae paz para hoy, y crea una visión para el mañana.”

¿Qué cosas agradeces hoy?

¿Qué clase de gratitud estas experimentando?

¿Y cuándo sientes gratitud, como describirías lo que vives?

¿Cómo podrías desacelerar en tu vida y tomar un tiempo para apreciarte más?

Referencias:
Emmons, R - Pequeño Libro de la Gratitud, 2016
Niemiec, R - Character strengths Interventions 2017

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